lunes, abril 30, 2007

Comercio internacional y pobreza

Existe una corriente de pensamiento muy dominante entre políticos, economistas, instituciones económicas multinacionales, y también algunas ONGs, que destaca las bondades del comercio internacional de alimentos como motor de desarrollo para los países pobres. Yo, modestamente, no lo tengo tan claro. Con los datos encima de mi mesa veo sin duda que el modelo es capaz de generar una cantidad ingente de dinero pero también es absolutamente incapaz de distribuirlo con un mínimo de equidad.

Los 6 € que acababa de pagar por mi salmón chileno en la pescadería no iban a ayudar en nada a los chilenos que lo necesitan. O mejor dicho, iban a ayudar 1000 veces más a una gran empresa española que a Francisco González, trabajador chileno de esa empresa al que conozco bien. Me esfuerzo pero no consigo ver como ese mercado internacional va a ayudar a Francisco a mejorar su nivel de vida con su actual contrato basura temporal, sus indignas condiciones de trabajo y una maquilización laboral que asusta. Tampoco veo nada claro su futuro inmediato cuando los negativos efectos ambientales que van íntimamente asociados a la producción del salmón en Chile aparezcan en las cada vez menos puras aguas subantárticas chilenas.

Mientras el beneficio económico de la exportación de los alimentos se quede en las manos de unas pocas empresas transnacionales y de oligarcas locales, el mercado mundial más que reducir la brecha económica entre nosotros y ellos, la agranda.
Mientras el beneficio económico de la exportación de los alimentos se quede en las manos de unas pocas empresas transnacionales y de oligarcas locales, el mercado mundial más que reducir la brecha económica entre nosotros y ellos, la agranda. A veces más es menos. Este es uno de esos casos pero tenemos-lamentablemente- muchos ejemplos similares. Desde 1537, con la explotación de azúcar y algodón en América Latina, hasta la actual explotación de "alimentos de lujo", como el salmón, los camarones o la soja para engorde del ganado. Por cierto, aviso al lector de que el salmón chileno tiene un magnífico sabor en boca pero deja un intensa sensación amarga a nivel retronasal, más psíquica que física pero tristemente real.

Fuente:http://www.cospesnaterra.info/index.php?option=com_content&task=view&id=15&Itemid=41

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